El papa nos dice: la caridad es mirar y decir lo que hay de bello en cada uno
El Papa recuerda que san Leonardo «no permaneció indiferente» ante la «pobreza moral, cultural y económica» de su tiempo y que en aquella Turín que era «el centro de la masonería» quiso dedicarse a la educación de los jóvenes y sobre todo de los trabajadores, dando vida a «una realidad que en el curso de un siglo y medio se ha enriquecido con personas, obras, experiencias culturales diferentes, y sobre todo -observa Francisco- con tanto amor».
En su discurso, el Papa recordó lo que había escrito a los Josefinos el año pasado, con ocasión de la apertura de la celebración de su jubileo: el deseo de «seguir creciendo en el ‘arte de captar las necesidades de los tiempos, y de proveer a ellas con la creatividad del Espíritu Santo'» ante lo que «se necesita discernimiento y fidelidad»; la exhortación a cuidar «especialmente a los más jóvenes» y el estímulo a «no dejar nunca de soñar», siguiendo el ejemplo de San José y San Leonardo. Francisco añade a continuación tres aspectos sobre los que reflexionar: «la primacía del amor de Dios, la atención al mundo que cambia y la dulzura paterna de la caridad». Y señala en primer lugar que dejarse amar es «esa pasividad de la vida consagrada, que crece en el silencio, en la oración, en la caridad y en el servicio», dejarse guiar por el amor, no por las reglas. También relata la anécdota de un general de la Compañía de Jesús, el padre Ledóchowski, que quiso poner «toda la espiritualidad de los jesuitas en un libro», para «regularlo todo», y de aquel abad benedictino que, al leer el primer ejemplar, dijo que aquel documento había «matado» a la Compañía de Jesús.