El Evangelio es un anuncio de alegría

El primer punto es la alegría, que proviene del hecho de que lo que el cristiano anuncia es una Persona: Jesús. Él es la alegría, y sólo puede ser alegría lo que distingue a quienes lo anuncian.

La evangelización es gratuita porque nace de la plenitud, no de la presión. Y cuando se hace evangelización -se quiere hacer, pero esto no va bien- a base de ideologías, eso no es evangelizar, eso no es el Evangelio. El Evangelio no es una ideología: el Evangelio es un anuncio, un anuncio de alegría.

El Papa reitera: «El encuentro con Jesús siempre trae alegría y si esto no sucede, no es un verdadero encuentro con Jesús». Y prosigue:

Y esto que Jesús hace con los discípulos nos dice que los primeros que deben ser evangelizados son los discípulos, los primeros que tienen que ser evangelizados somos nosotros, los cristianos: somos nosotros. Esto es muy importante. 

Inmersos en el clima veloz y confuso de hoy, también nosotros, de hecho, podríamos encontrarnos viviendo la fe con un sutil sentido de renuncia, persuadidos que para el Evangelio no haya más escucha y que ya no valga la pena comprometerse para anunciarlo. Podríamos incluso ser tentados por la idea de dejar que “los otros” vayan por su camino. Sin embargo, precisamente este es el momento de volver al Evangelio para descubrir que Cristo «es siempre joven y fuente constante de novedad» (Evangelii gaudium, 11).

El Papa nos dice, se vuelve a la vida de cada día conscientes de haber encontrado un tesoro que tantos esperan recibir como palabra de esperanza.

El Evangelio es esperado también hoy: el hombre de hoy es como el hombre de todo tiempo: lo necesita, también la civilización de la incredulidad programada y de la secularidad institucionalizada; es más, sobre todo la sociedad que deja desierto los espacios del sentido religioso, necesita de Jesús. Este es el momento favorable al anuncio de Jesús.

El Papa Francisco continúa diciendo que el encuentro con Jesús libera de la tristeza y del vacío interior y con Él renace siempre la alegría. Por eso su invitación a todos es a renovar este encuentro, subrayando de nuevo que, si alguien no percibe la alegría, es bueno preguntarse «si ha encontrado a Jesús».

Que cada uno de nosotros se tome hoy un poco de tiempo y piense: «Jesús, Tú estás dentro de mí: quiero encontrarte cada día. Tú eres una Persona, no una idea; Tú eres un compañero de camino, no un programa. Tú eres el Amor que resuelve tantos problemas. Tú eres el principio de la evangelización. Tú, Jesús, eres la fuente de la alegría».

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