Sábado 12 de octubre del 2024. Vigésimo séptima semana del Tiempo Ordinario
Nuestra Señora del Pilar
Primera lectura del primer libro de las Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2
Salmo 26, 1. 3. 4. 5 R/. El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado
Lucas 11, 27-28: “Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios”
La presencia de Dios
Momento solemne el que nos narra esta primera lectura. El protagonista principal es el Arca del Señor, la clara presencia de Dios. Narra cómo David congrega a todo el pueblo para llevar el Arca al lugar apropiado. Reúne a los hijos de Aarón, a los levitas… y entonan cánticos de alegría, ayudados de los instrumentos musicales, salterios, cítaras y címbalos y colocan el Arca en el centro de la tienda de David, donde ofrecen holocaustos y sacrificios de comunión. Y David bendijo al pueblo en el nombre del Señor.
Los cristianos, ya en Nuevo Testamento, conocemos las diversas presencias de Jesús, el Hijo de Dios, entre nosotros. Y hemos de gloriarnos de todas ellas. Con profunda alegría hemos de vivir la presencia del Hijo de Dios en la Eucaristía. “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre está en mí y yo en él”. También hemos de disfrutar y ser consecuentes con la presencia del Hijo de Dios en cualquiera de nuestros hermanos, sabiendo que lo que les hagamos a ellos se lo hacemos al mismo Jesús. “A mí me lo hicisteis”. No podemos olvidarnos de la presencia silenciosa de Dios en todos los acontecimientos de nuestra sociedad.
Nos brota, en primer lugar, un sentimiento de acción de gracias a Dios por todas estas presencias suyas, y, en segundo lugar, una petición para que nos gocemos y seamos consecuentes con sus presencias.
María
No podíamos olvidarnos de María, el mejor regalo que nos ha hecho Dios, después del regalo de Jesús, su Hijo. Ha querido que sea también nuestra madre a la que podemos acudir siempre, sabiendo que no dudará en ayudarnos en lo que le pidamos.
El evangelio de hoy, en una lectura superficial, parece que Jesús no ensalza lo suficiente a María. Ante el elogio que hace una mujer de entre el gentío de ella, Jesús matiza: “Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”! A poco que reflexionemos, detrás de estas palabras de Jesús está el mejor elogio que se ha hecho de ella, porque nadie como María fue capaz de escuchar la palabra de Dios y de cumplirla. “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.