Martes 29 de abril del 2025. Segunda Semana de Pascua

Primera lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1, 5 — 2, 2

Salmo 102, 1b-2. 8-9. 13-14. 17-18a R/. Bendice, alma mía, al Señor

Mateo 11, 25-30: Aprended de mí

Porque has revelado (estos misterios) a la gente sencilla

Esta breve oración de alabanza, de Jesús, la imagino en un momento de alegría. Jesús va viendo que el mensaje del Reino que Él predica va calando y atrae a muchas personas. Quizá entre sus seguidores no haya muchos entendidos. Los “sabios”, orgullosos y autosuficientes, lo desprecian, quizá por envidia. Son incapaces de entender la novedad de sus palabras, la luz que Jesús aporta a la vida. Ellos prefieren agarrarse a sus leyes y a sus rituales. Muchos de ellos se conforman con el mero cumplimiento, ¿para qué más? Están seguros y no ven necesario acoger la invitación de Jesús. Por el contrario, los humildes y sencillos captan su realidad y acogen sus palabras. De ese hecho surge la alabanza a Dios que “esconde estas cosas a los sabios y entendidos y se las da a conocer a los humildes y sencillos”.

Son palabras que invitan a la humildad. Dios siempre será misterio para los hombres, pero Jesús, con sus palabras, nos va descubriendo cómo abordar y vivir todo eso que nos desborda. Quizá detrás de sus palabras se halle una verdad que los “sabios” son incapaces de captar: la fe en Jesús es un don y nunca el resultado del esfuerzo humano. Estos “sabios” creen saber lo suficiente y, por ello, son incapaces de aceptar las palabras de este galileo.

Ante él tiene a muchos hombres y mujeres que expresan el cansancio de la vida, de la búsqueda de algo más que calme la sed. Ante ellos Jesús propone “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Por eso invita a cargar con su yugo y verle como modelo de quien aprender cómo vivir y cómo sufrir. Su yugo es llevadero y su carga ligera.

Al recordar hoy a Santa Catalina de Siena, siglo XIV, descubrimos un alma humilde y generosa. Su vida, como laica dominica, fue una entrega al evangelio, desde su servicio a los más pobres hasta su coraje para enfrentarse a papas, cardenales, obispos, y políticos variados, invitando a la renovación desde una vida exigente y evangélica. Fue sencilla en el amplio sentido de la palabra, sin embargo, la iglesia la reconoce como doctora y copatrona de Europa.

¿Hasta qué punto me siento responsable de la fe que he recibido y me esfuerzo por expandirla a mi alrededor?

¿Qué significa para mi cargar con el yugo de Jesús?

F/ Dominicos.org

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