Sábado 14 de diciembre de 2019. A. 2ª Semana de Adviento

Juan de la Cruz (1591)

Eclo 48,1-4.9-11: Elías volverá. Salmo 79: Oh Dios, restáuranos; que brille tu rostro y nos salve. Mt 17,10-13: Elías vino y no lo reconocieron.

Eclo 48,1-4.9-11: Surgió Elías, un profeta como de fuego. Elías, el profeta del siglo IX a.C. irrumpe como defensor de la fe, en una sociedad corrompida. Elías es signo de la justicia de Dios y de reconciliación.

Mt 17,10-13: Juan Bautista, es prefigura de Elías. Los fariseos no reconocieron a Juan, como el que venía a proclamar el retorno a Dios y el cambio de vida.

Jesús se refiere a Juan Bautista, lo mataron por su valentía de denunciar el pecado de la injusticia y corrupción. Él es el nuevo Elías ha venido a preparar los caminos del Mesías, pero no lo reconocieron. «Ha venido revestido del espíritu y de la virtud de Elías (Lc 1, 17). Ha allanado los senderos y enderezado los caminos» (Jn 1, 23). Es el que ha señalado con el dedo al «Cordero de Dios».

No lo soportó el poderoso Herodes ni el círculo del poder. Jesús les anuncia. Él padecerá de manos del poder religioso y político opuesto al proyecto de Dios.

Hoy en día, el cristiano fiel a Jesús, al evangelio, que entrega su vida al servicio de sus hermanos, promoviendo, protegiendo y defendiendo la vida de los pobres es difamado, muerto, al denunciar el pecado en las estructuras injustas y anuncia que vivir coherentemente el reino de vida, reconciliación, justicia y paz son posibles y vivirlos con libertad porque vamos de la mano con Jesús. El mundo de hoy ávido de dinero y de poder, saca del camino a aquellos que lo cuestionan, rechaza a Dios. Sigue matando a Jesús, con actitudes perversas en la vida de los que más sufren.

La vida de los seguidores de Jesús termina como él. Los dueños del poder y del dinero, ven por todos partes subversivos, cuando defienden el derecho a la vida, contra la trata de personas, narcotraficantes, los que destruyen el medio ambiente. El opresor moderno oprime y compra todo, aun a los que administran el poder político o la justicia con el dinero. El pobre siempre es desamparado. Esto es lo que defendieron los profetas a lo largo de la historia: Dios es amigo y protector del pobre, lo librará de la mano del opresor, le dará alegría para unirse y trabajar en la defensa de la vida y de sus derechos.

Hoy recordamos a San Juan de la Cruz, «Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo» (Gal 6,14). Sufrió mucho por reformar a su Orden, pero logró germinar los frutos del evangelio.

Fr. Héctor Herrera, o.p

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