Hacer que la acogida «reaccione» con vulnerabilidad
El papa Francisco lo subrayó como primera sugerencia para actuar mejor en el vasto campo de la acogida. Para acoger a los hermanos y hermanas vulnerables, debo sentirme vulnerable y acogido como tal por Cristo. Él va siempre delante de nosotros: se hizo vulnerable, hasta la Pasión; acogió nuestra fragilidad para que, gracias a Él, podamos hacer lo mismo.
Anclarse en el Evangelio, en Jesús, es la forma de evitar un operativismo que no muestra la matriz cristiana de estar cerca de los pobres. Jesús «no enseñó a sus discípulos a planificar la atención a los enfermos y a los pobres. Jesús quiso formar a los discípulos en un estilo de vida estando en contacto con los vulnerables, en medio de ellos», recordó el Pontífice.
Para nosotros, la vulnerabilidad no puede ser una cuestión «políticamente correcta», ni una mera organización de prácticas, por buenas que sean. Digo esto porque, lamentablemente, el riesgo está ahí, está siempre al acecho, a pesar de toda buena voluntad. Especialmente en las realidades más grandes y estructuradas, pero también en las más pequeñas, la vulnerabilidad puede convertirse en una categoría, las personas en individuos sin rostro, el servicio en una «prestación», etc.
«En el Evangelio -recordó Francisco- los pobres, los vulnerables, no son objetos, son sujetos, son protagonistas junto con Jesús del anuncio del Reino de Dios». Por eso, el Papa subrayó la importancia de compartir en comunidad, «con sencillez y gratitud», las historias de los testigos ocultos del Evangelio. Y pone el ejemplo de Bartimeo, el ciego de Jericó, pero también el de María Magdalena. Son sólo algunos ejemplos bíblicos entre los muchos que podrían citarse para poner de relieve cómo se participa en la alegría de la Resurrección.