Martes 7 de octubre del 2025. Vigésimo séptima semana del Tiempo Ordinario – Año Impar

Nuestra Sra. del Rosario

Primera lectura de la profecía de Zacarías 2, 14-17

Salmo Lc 1, 46b-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55 R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo.

Lucas 1, 26-38: Hágase en mí según tu palabra

El relato de la Anunciación nos acompaña frecuentemente en las fiestas de la Virgen. Es un texto admirable donde queda patente la valentía, la sensibilidad y la fe de María. El saludo del ángel la desconcierta y provoca en ella una serie de preguntas, propias de una situación inesperada. No rechaza la razón y, tras la turbación inicial y la explicación del ángel, con naturalidad pregunta: “¿Cómo será eso pues no conozco varón?”. La pregunta de María es lógica y la respuesta del ángel completa el diálogo de forma sencilla.

María asume el mensaje y acepta la propuesta de Dios y pronunciará esa frase definidora de su fe: “Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices”. Son palabras expresión de una fe honda y una seguridad en la acción de Dios en ella. Esa decisión condicionará su vida para siempre.

El paso dado por la Virgen supone someter su vida al cumplimiento de la misión encomendada. Las explicaciones que ella ha pedido no van más allá de lo que le proponen. La fe de María acoge con decisión su misión sin dudar ni sopesar las consecuencias del paso dado. La fe profunda de María se expresa en esas palabras. Ahí queda de manifiesto su confianza en Dios. Todo lo que pueda suceder posteriormente será asumido como parte de la respuesta dada con sencillez y confianza. Será la madre del Redentor. Un paso trascendental en la historia de la humanidad: Dios habitará en su seno y la convertirá en “su” madre. Será la madre del Mesías esperado y así se convertirá también en madre de todos los hombres.

Ante el texto de la Anunciación podemos pensar en nuestra reacción ante las propuestas que el mismo Jesús hace. Los hombres pedimos con frecuencia condiciones para pronunciar nuestro sí a esas propuestas. Queremos conocer las consecuencias de nuestras decisiones y así poder aceptar o rechazar lo que Él ofrece. En esta fiesta de María, merece la pena aprender a confiar en Dios y asumir su voluntad desde la sencillez y la generosidad de María, sabiendo que en esa entrega expresamos realmente nuestra fe.

Los misterios del rosario son el recuerdo que nos conduce a reflexionar sobre los momentos centrales de la vida de Jesús, para que, como para María y para San José, Él sea el centro de nuestros pensamientos, atenciones y decisiones.

F/ Dominicos.org

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