Martes 14 de Abril de 2020. A. Octava de Pascua

Liduvina (433)

Hch 2,36-41: Bautícense en nombre de Jesucristo. Salmo 32: La misericordia del Señor llena la tierra. Jn 20,11-18: He visto al Señor.

Jn 20,11-18, María Magdalena llora desconsolada, como nosotros cuando muere un ser querido. Es el mensajero de Dios, quien inicia el diálogo: “Mujer ¿Por qué lloras? María no ha comprendido aún, Jesús ha vuelto a la vida. Jesús, la llama por su nombre: ¡María! y recién lo reconoce por la fe. Él sale a nuestro encuentro, por su Palabra que es vida.

María, no puede guardar para ella misma esta experiencia de fe. Jesús le dice “Déjame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decirle a mis hermanos: Subo a mi Padre, el Padre de ustedes, a mi Dios, el Dios de ustedes” (17).

En María, Jesús da la misión a toda la Iglesia, anuncia con alegría: Yo estoy vivo. Hay vida donde hay amor y respeto por cada ser humano, imagen viva de Dios.

Esta vivencia de Cristo vivo, como el Señor de la vida, es el testimonio de la primera comunidad apostólica: Hech 2,36-41. Jesús es el Señor y Mesías. ¿Qué tenemos que hacer? Cambiar de vida y de actitudes, nacer de nuevo, dejarnos guiar por el Espíritu Santo.

La vivencia del resucitado vence los miedos y los egoísmos. Muchos médicos, personal de la salud, han entregado su vida en la lucha contra la pandemia del coronavirus, siendo defensores de la vida.

Somos testigos de Jesús Resucitado, si entregamos nuestra vida como Jesús al servicio del amor y la defensa de la vida de los desheredados de este mundo, compartiendo los valores de amor, solidaridad, transparencia y de respeto frente al egoísmo y desprecio por la vida.

Amar a Jesús como el Señor y dador de vida, nos exige a todos los creyentes, trabajar por la salud, educación, armonía y comprensión en nuestros hogares. Amar y cuidar la vida de los niños en las escuelas, promoviendo una educación solidaria. En los centros de trabajo cumpliendo con amabilidad y respeto al usuario. En la comunidad política trabajando con la ética del evangelio de Jesús para devolver la esperanza y responsabilidad al pueblo, recordando que la política es el arte de servir, amar, defender y promover la vida de todos.

Fr. Héctor Herrera, o.p.

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