La JMJ ha demostrado que un mundo fraterno es posible
En el primer encuentro tradicional de los miércoles tras la pausa del mes de julio, el Pontífice aseguró que la Jornada, celebrada después de la pandemia, ha sido sentida por todos como don de Dios, que ha vuelto a poner en movimiento los corazones y los pasos de los jóvenes. “Tantos jóvenes de todas las partes del mundo, ¡tantas! Para ir a encontrarse y encontrar a Jesús”, añadió.
El Papa observó que no es casualidad que haya sido en la capital portuguesa, una ciudad que se asoma al océano, ciudad símbolo de las grandes exploraciones por mar.
El Papa se reunió con ellos en pequeños grupos y remarcó que algunos de ellos tenían muchos problemas. Por ejemplo, “el grupo de jóvenes ucranianos traía historias dolorosas”.
“No eran unas vacaciones, un viaje turístico, y tampoco un evento espiritual fin en sí mismo; la Jornada Mundial de la Juventud es un encuentro con Cristo vivo a través de la Iglesia, los jóvenes van al encuentro de Cristo; es verdad que donde hay jóvenes hay alegría, ¡hay un poco de todas estas cosas!”.
“Un mundo de hermanos y hermanas, donde las banderas de todos los pueblos ondean juntas, una junto a la otra, ¡sin odio, sin miedo, sin cierres, sin armas!”.
Para Francisco, el mensaje de los jóvenes ha sido claro y se preguntó si los “grandes de la tierra” escucharán este entusiasmo juvenil que quiere la paz.
“Es una parábola para nuestro tiempo, y todavía hoy Jesús dice: ‘¡El que tenga oídos, que oiga! ¡El que tenga ojos, que vea!’. Esperamos que el mundo entero escuche esta Jornada de la Juventud y vea avanzar esta belleza de jóvenes”.