Viernes 12 de Junio de 2020. A. 10ª Semana T.0.
Onofre (400)
1Re 19,9a.11-16: Elías ponte de pie. Salmo 26: Tu rostro buscaré, Señor. Mt 5,27-32: No cometerás adulterio.
Mt 5,27-32: “Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio” (v.27). Este mandato es para salvaguardar la dignidad del matrimonio y de la familia. Cuando se rompe el diálogo, la confianza y el afecto en la pareja, tiene que examinar desde su interior, examinar el corazón, los sentimientos y pensamientos donde juega la fidelidad o infidelidad. “Yo les digo que quien mira a una mujer deseándola ya ha cometido con ella adulterio en su corazón” (v. 28)
Jesús nos cuestiona sobre la fuerza del amor a uno mismo, al otro y a Dios. La fidelidad a la pareja, a los hijos, testimonio y coherencia que nos harán creíbles ante los demás, si queremos cambiar la sociedad en que vivimos. Amor que se manifiesta y crece: “El amor de amistad unifica todos los aspectos de la vida matrimonial, y ayuda a los miembros de la familia a seguir adelante en todas las etapas. Por eso, los gestos que expresan ese amor deben ser constantemente cultivados, sin mezquindad, llenos de palabras generosas. En la familia «es necesario usar tres palabras. Quisiera repetirlo. Tres palabras: permiso, gracias, perdón. ¡Tres palabras clave!»[132]. «Cuando en una familia no se es entrometido y se pide “permiso”, cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir “gracias”, y cuando en una familia uno se da cuenta que hizo algo malo y sabe pedir “perdón”, en esa familia hay paz y hay alegría»[133]. No seamos mezquinos en el uso de estas palabras, seamos generosos para repetirlas día a día, porque «algunos silencios pesan, a veces incluso en la familia, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos»[134]. En cambio, las palabras adecuadas, dichas en el momento justo, protegen y alimentan el amor día tras día” (A. L. 133).
Esta pandemia de coronavirus nos ha hecho centrar nuestra vida, cuando Lisha y Luis. Antes teníamos mucha prisa por el trabajo, encontramos a los hijos dormidos. Pero hoy puedo arroparlos, comer juntos, orar. Construimos familia.
Contemplar la Palabra de Dios, practicándola desde la profundidad del corazón nos ayuda a mejorar cada día en un amor que crece y madura cuando hay apertura del uno hacia el otro.
Señor quédate con nosotros en el corazón de nuestro hogar para que crezcamos en el amor y la fe.
Fr. Héctor Herrera OP.