Fauna muerta, playas negras, familias arruinadas… las huellas del vertido de petróleo de Repsol en Perú

Desde hace poco más de un mes, buena parte de la costa peruana se ha teñido de negro como consecuencia del derrame de más de 11.000 barriles petróleo en la refinería de Repsol La Pampilla, ubicada al norte de Lima, la capital del país.

Pese a los avances diarios en la limpieza del crudo, que afectó a 105 kilómetros del litoral peruano, según la empresa, las huellas del peor desastre ecológico ocurrido en la historia reciente de Perú siguen muy presentes tanto desde el punto de vista ambiental como desde el aspecto social y económico.

Las huellas del vertido se dejan sentir en la actualidad en casi una treintena de playa de Lima, donde la fauna (peces, aves…) continúa muriendo. “Las tasas de mortalidad en derrames de petróleo oscilan en 50%. Nosotros estamos en un 40%. Es todavía una cifra alta, pero estamos tratando de reducirla con mucho esfuerzo», ha asegurado Giovanna Yépez, subgerente de zoología del Parque de las Leyendas de Lima, al diario El Comercio.

En el mismo medio, Deyvis Huamán, responsable de la Unidad de Monitoreo, Vigilancia y Control del Sernanp (Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado), habla de la magnitud de esta tragedia medioambiental, que tardará décadas en repararse: «La recuperación no es tan fácil como sacar el petróleo. Uno puede establecer una fecha, utilizar equipo especializado y contratar a personas, pero la recuperación del ecosistema, de toda la biodiversidad, no va a tardar un año, puede tardar décadas«.

La presencia del crudo también ha hecho impracticable la pesca artesanal de la que dependen centenares de pescadores y comerciantes de la zona, que ahora han perdido su principal fuente de ingresos.

F/ 20Minutos

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