Miércoles 07 de junio 2023. Semana del Tiempo Ordinario – Año Impar
Primera lectura del libro de Tobías 3, 1-11a. 16-17ª
Salmo de hoy 24 R/. A ti, Señor, levanto mi alma
Marcos 12,18-27: Yo soy el Dios de Abrahán, Isaac, Jacob
El libro de Tobías pertenece al conjunto de los libros históricos del A.T. Este libro quiere ser una respuesta al interrogante: “¿Por qué hay justos que sufren”? En este momento histórico su autor no contempla todavía una posible resurrección, pero si cree que:”el mal del justo es transitoria, hay que tener confianza en Dios y esperar”. Tobías encuentra en la oración el espacio vital para hablar con su Dios ante tanto sufrimiento: “Tu eres justo Señor…, “misericordia y verdad son todos tus caminos…”, “no apartes Señor, tu rostro de mi…”. Sara, también experimenta el sufrimiento extremo que produce a su familia, siendo motivo de desprestigio para su padre anciano y desea la muerte. Pero en medio de la desesperación ora a su Dios: “Bendito seas Tú, dios de la misericordia…” La plegaria de ambos fue la fuerza que dio sentido a sus vidas y confianza en el dios de sus Padres: Abrahán, Jacob, Moisés. Como toda Palabra de Dios nos trae un mensaje para nuestros días, ella resalta la importancia de la esperanza y de la confianza en Dios.
El mundo judío del siglo I se encuentra dividido. No todos los judíos pensaban igual. Había grupos diferentes: Saduceos, Fariseos, esenios y Celotes. Jesús nace en un contexto concreto donde Él va a desarrollar su Misión Profética: “La Novedad del Reino”. Los Saduceos eran la clase más alta del poder, la élite de las familias más ricas de Judea. Estaban en el Templo y eran aliadas del Imperio Romano. Son la élite económica, política y religiosa que dominaban el parlamento judío “el Sanedrín”. Ellos no creían en la resurrección de los muertos. La predicación de Jesús y su persona, manifiesta que lo importante de la Torá no es la casuística, ni la prolongación de lo conocido, sino, el amor del Padre que acoge. Él es el origen y la plenitud del ser al que estamos llamados. Jesús denuncia la mezquina idea que tienen de la vida futura y presenta a Dios como el Dios de los que viven: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el dios de Jacob.No es un Dios de muertos sino de vivos. Estáis en un gran error”. La forma de hablar de Jesús es novedosa. Su esperanza no está en la tradición, en las costumbres o en los intereses humanos y egoístas. Su esperanza del cielo está en la capacidad para compartir la eternidad de Dios que es Fuente de Vida, Amor y el Fundamento de nuestro ser.
F/ Dominicos.org