Doce años de procesos, nuevos dinamismos y puertas abiertas

El Papa Francisco fue el primero en muchas cosas:

  • El primer Papa jesuita, el primer Papa originario de América Latina,
  • el primero en elegir el nombre de Francisco sin un numeral,
  • el primero en ser elegido con su predecesor aún vivo,
  • el primero en residir fuera del Palacio Apostólico,
  • el primero en visitar tierras nunca antes tocadas por un Pontífice – desde Irak hasta Córcega —,
  • el primero en firmar una Declaración de Fraternidad con una de las principales autoridades islámicas.

También fue el primer Papa en dotarse de un Consejo de Cardenales para gobernar la Iglesia, en asignar funciones de responsabilidad a las mujeres y a los laicos en la Curia, en lanzar un Sínodo que implicaba por primera vez al Pueblo de Dios

En abolir el secreto pontificio para los casos de abusos sexuales y en suprimir la pena de muerte del Catecismo. Primero, una vez más, en dirigir la Iglesia mientras en el mundo no hace estragos “una” guerra, sino muchas guerras, pequeñas y grandes, libradas “a pedazos” en los distintos continentes. Una guerra que “siempre es una derrota”, como repitió en los más de 300 llamados, incluso cuando le faltaba la voz, que ocuparon todos los últimos pronunciamientos públicos desde el estallido de la violencia tanto en Ucrania como en Medio Oriente.

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