Viernes 03 de Abril de 2020.A. 5ª semana de Cuaresma
Juan de Britto (1693)
Jr 20,10-13: El Señor está conmigo. Salmo 17: En el peligro invoqué al Señor y me escuchó. Jn 10,31-42: Intentaron detenerlo, pero se escapó.
Jr 20,10-13. Jeremías es la figura de Jesús. El profeta es incomprendido, perseguido. Y pone su confianza en Dios que examina al justo y sondea lo íntimo de su corazón.
Jn 10,31-42. Jesús se enfrenta los judíos, lo persiguen con piedras. Su carta de presentación son las obras buenas que hace en nombre de su Padre Dios. Ellos reconocen sus obras. Pero no entienden que Él es el Mesías el enviado de Dios. Ellos quieren apedrearlo por blasfemia, pensaban que Jesús se hacía pasar por Dios. Nunca entendieron que Dios se había hecho hombre en Jesús de Nazaret.
Los prejuicios de las clases dirigentes, quienes sembraban la duda en el pueblo, no les permitió reconocer a un Dios que se hizo pobre para enriquecernos con su amor y su ternura. Su compasión por los más desvalidos. Su mano que tendía al necesitado y marginado por los prejuicios religiosos. Aquel que se hizo uno de nosotros para descubrirnos la dignidad y los valores de los niños, as, mujeres y varones postrados y paralíticos. Él nos enseñó con sus obras, cada ser humano es grato a los ojos de Dios, cuando se convierte y recupera su dignidad de hijos de Dios.
Este Jesús, había pasado haciendo el bien, se siente acorralado por sus enemigos que quieren apedrearlo. Se escapó en aquella ocasión. Pero su suerte estaba echada. Sus enemigos han preparado ya su muerte. La planifican como hoy se hace contra las personas que luchan por la justicia y la verdad.
La gente se divide. Jesús es causa de división entre quienes optan por los poderes de la muerte frente a la verdad. Y los que trabajan por hacer realidad el mensaje de Jesús de buscar la paz que brota de la justicia y la verdad.
¿Cómo aceptamos y acogemos a Jesús en nuestra vida personal y comunitaria?
Fr. Héctor Herrera OP.
