Viernes 24 de Abril de 2020. A. 2ª Semana de Pascua

Benito Menni, fundador (1914) Fidel de Sigmaringa (1622)

Hch 5,34-42: No dejaban de anunciar el Evangelio. Salmo 26: Una cosa pido al Señor: habitar en su casa. Jn 6,1-15: Repartió pan a los que quisieron.

Jn 6,1-15: una gran multitud de pobres seguía a Jesús, buscaba la sanación de los enfermos, como hoy que nos sane de esa pandemia global del coronavirus. El pueblo veía a Jesús un maestro diferente, un varón, lleno de Dios, cercano a sus vidas. Los acogía con amor y ternura.

Jesús mira a la multitud hambrienta, como hoy. ¿Dónde compraremos pan para darles de comer? Los pone a prueba, como a nosotros. Andrés, hermano de Simón se fija en un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero ¿qué es esto para tanta gente? (v. 8-9)

Jesús nos enseña un nuevo camino. Ya no podemos quedarnos en una actitud que lo acapara todo para sí mismo, sin pensar que otros pasan hambre. Los discípulos tenemos que aprender una actitud más humana. Ora a su Padre, que no abandona a sus hijos y reparte el pan a todos, para que la economía a nivel mundial sea más humana. Él se muestra como el pan de vida, sustento para nuestras vidas. En este signo se muestra como el Pan que nos da vida. Es un acto comunitario, nos invita a salir de nosotros mismos para compartir el pan del amor, el trabajo, la educación, la solidaridad con los que menos tienen, promoviéndolos con una educación y una cultura de prevenir y proveer.

Hay un antes y un después de esta pandemia ¿Quién nos enseña a compartir? Jesús nos libera de esa indiferencia, en no aprovecharse del dolor ajeno. El mayor milagro que espera de cada uno es sentir y hacer efectiva la solidaridad entre todos.

Jesús nos descubre a ese Padre que quiere el bien de los alimentos para todos, el cuidado de la creación, la limpieza, la disciplina, el cuidado de la creación, para colaborar en derrotar los virus morales. Pensar en cómo superar esas situaciones injustas que causan tanta hambre en el mundo por la indolencia e insolidaridad de los Estados y al interior de cada nación.

Un pueblo, consciente de su fe concreta en Jesús, va creando una conciencia solidaria, trabajar por el bien común con transparencia y honestidad.

Pedro y Juan, fueron perseguidos por su predicación de Jesús al sanar al tullido. Hoy son los descartados de la sociedad, los que necesitan atención. Gamaliel, un fariseo recto a los ojos de Dios, maestro de Pablo, se levantó en el tribunal, en defensa de los apóstoles. Les hace tomar conciencia a los miembros del Sanedrín: “No se metan con esos hombres, déjenlos en paz, porque si esta idea o esta obra que ellos intentan hacer fuera cosa de hombres, fracasará, pero si es cosa de Dios, no podrán destruirlos” (Hech 5,38).

Fr. Héctor Herrera, o.p.

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