Miércoles 17 de marzo de 2021. IV Semana. Ciclo B, Tiempo de Cuaresma
San José de Arimatea
Isaías 49,8-15: Te he constituido alianza del pueblo, para restaurar el país
Salmo 144: El Señor es clemente y misericordioso.
Juan 5,17-30: Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo.
Las obras de Jesús muestran que es un enviado auténtico de Dios para darle vida a su pueblo. Jesús refiere a dos obras que sobrepasan con mucho, las curaciones que Él ha venido haciendo en el relato evangélico de Juan: resucitar a los muertos y juzgar a los incrédulos. Ambas obras le competen solamente a Dios, de donde se trasluce la verdad de la que sus adversarios lo acusan, pero con una salvedad: Él no se arroga ser igual a Dios, porque no hace ni dice nada que no le venga del Padre. En su caminar, el cristiano mira continuamente a Jesús para regular sus propias actitudes y actos, a nadie más. Ser discípulo de Cristo es vivir buscando la voluntad de Dios para vivir orientados hacia Él, como Jesús. Consideremos si lo que hacemos produce vida o no, no solo a nosotros sino a las personas que queremos y nos quieren. La vida verdadera muchas veces se consigue al costo de la cruz. ¿Nuestras obras dicen que vivimos haciendo la voluntad de Dios?
F/ Editorial Claretiana