Viernes 23 de abril de 2021.Tiempo de Pascua, Semana No. 3
Inés de Montepulciano (1317)
Adalberto (997)
Hch 9, 1-20: Pablo es elegido
Salmo 116: Vayan por el mundo entero y anuncien el Evangelio
Jn 6, 52-59: Mi carne es verdadera comida
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí.
Para los judíos y los primeros cristianos no fue fácil comprender y asimilar el misterio de la Eucaristía. No es fácil aceptar que un trozo de pan encierre la totalidad de la vida de Jesús, su cuerpo y sangre. Fue necesario que pasara mucho tiempo para aclarar bien lo que podía significar la presencia real de Jesús en las especies eucarísticas. Hoy, fuera de algunas mentes críticas de dentro y de fuera de la Iglesia, no hay mayor inconveniente en aceptar y reconocer la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Pero lo más importante es que, al comer el pan y beber el vino eucarísticos, se motive dentro del creyente el deseo ardiente de trabajar por el Reino de Dios y la vida abundante. Comer a Jesús es asumir enteramente su proyecto de vida. Es construir en torno a la mesa una comunidad de auténticos hermanos que se aman y se apoyan mutuamente. Revisemos en comunidad si se vive una auténtica comunidad solidaria en torno a la mesa eucarística
F/Editorial Claretiana