Caminar juntos, «migrantes entre migrantes»

El Papa Francisco abordó a continuación el segundo punto de su reflexión, centrado en la necesidad de una pastoral de la esperanza. Si, por un lado, la migración, «con el apoyo adecuado», puede convertirse en un momento de «crecimiento para todos», por otro, si se vive en soledad y abandono, «puede degenerar en dramas de desarraigo existencial, de crisis de valores y perspectivas», hasta el punto de llevar a «la pérdida de la fe y a la desesperación», dijo.

“Las injusticias y la violencia por las que pasan tantos de nuestros hermanos y hermanas, arrancados de sus hogares, son a menudo tan inhumanas que pueden arrastrar incluso a los más fuertes a las tinieblas del abatimiento o la sombría resignación”

No hay que olvidar – advirtió Francisco – que todo migrante «debe ser acogido, acompañado, promovido e integrado». Ante esto, es necesario que alguien se incline ante las heridas de los migrantes, «cuidando su extrema vulnerabilidad física, espiritual y psicológica», si no se quiere perder en ellos la fuerza y la resiliencia necesarias para continuar su viaje.

“Se necesitan sólidas intervenciones pastorales de proximidad, a nivel material, religioso y humano, para sostener en ellos la esperanza, y con ella los itinerarios interiores que conducen a Dios, compañero fiel, siempre presente junto a los que sufren”

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