Donde el estado y los conductores fallan

El martes 2 de julio, la noche en la vía de penetración de Cerro Verde se tiñó nuevamente de tragedia. Un triple choque en el kilómetro 3 de esta vía, una de las más transitadas de Arequipa, dejó como saldo a un conductor fallecido y varios heridos trasladados al hospital Honorio Delgado. La colisión frontal entre tres vehículos no fue un hecho aislado, sino uno más en la larga lista de accidentes que semana a semana enlutan al sur del país.

La Panamericana Sur, que atraviesa Arequipa, Moquegua, Tacna, Ica y otras regiones, se ha convertido en un escenario constante de siniestros viales. En abril, una miniván chocó contra un bus interprovincial en plena Semana Santa, dejando dos heridos. En mayo, en la provincia Arequipeña de Caravelí, otro accidente múltiple afectó a varios vehículos y causó importantes daños materiales. En junio, un bus interprovincial volcó en Ica: una persona murió y diez quedaron heridas. Y en Tacna, hace apenas unas semanas, otro choque dejó una víctima mortal.

Es evidente que algo no está funcionando. Y no basta con culpar solo a la “imprudencia del conductor”, aunque esta exista y deba ser sancionada. El verdadero problema es estructural y sistemático. El Estado, en sus diferentes niveles, ha sido incapaz de implementar un plan real de prevención de accidentes de tránsito. Las carreteras no cuentan con señalización adecuada, los controles son mínimos, los puntos críticos siguen sin intervención y los accidentes siguen cobrando vidas, una tras otra.

Pero también hay una responsabilidad que no podemos ignorar: la de los propios conductores. El exceso de velocidad, el cansancio, el uso del celular, las maniobras temerarias y el desprecio por las normas de tránsito contribuyen a que el asfalto se convierta en cementerio. El volante es un arma si se conduce sin conciencia.

La Panamericana Sur ya no puede seguir siendo una ruta de muerte. Urge un compromiso del gobierno central y de los gobiernos regionales para invertir en infraestructura vial segura, establecer controles eficaces y formar una ciudadanía responsable. Y urge también que cada conductor entienda que su responsabilidad no se limita a llegar al destino, sino a hacerlo sin poner en riesgo la vida de nadie.

Redacción David Mendez

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