Lunes 30 de enero 2022. Cuarta Semana del Tiempo Ordinario – Año Impar

Sal 30,20.21.22.23.24 R/. Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.

Lectura de la carta a los Hebreos 11,32-40

Marcos 5,1-20: Espíritu inmundo, sal de este hombre

Jesús vino para regalarnos “vida y vida en abundancia”, para que pudiésemos disfrutar de la alegría de vivir. En todas sus palabras, en todas sus indicaciones busca esta finalidad. El enemigo principal que tenemos para ello es el mal. El mal es lo que hace daño al hombre y le roba su alegría. Es lo contrario al bien, a la bondad. Este es el mal en abstracto, que luego se concretará en diversas acciones que podemos cometer dejándonos guiar por el mal. Y también hay un personaje que encarna el mal, el demonio, “el espíritu inmundo”, que busca que vivamos por su camino.

El evangelio de hoy nos habla de “un hombre poseído de espíritu inmundo”, que era el que dirigía su vida, una vida nada agradable. “Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritándose e hiriéndose con piedras”. Se encontró con Jesús, el que predica y hace el bien, que se atrevió a decirle: “Espíritu inmundo, sal de este hombre”. Pero ese espíritu inmundo, que era “legión”, al suponer que iba a ser expulsado de aquel hombre le pidió que le dejara en aquella comarca, metiéndose en una gran piara de cerdos que estaban “en la falda del monte”. Y esta piara de cerdos se abalanzó acantilado abajo y se ahogaron en el lago. Esta terminación de la muerte de los cerdos nos deja un tanto perplejos. Pero lo que no nos deja perplejos, y es con lo que nos tenemos que quedar es el poder de Jesús de luchar y vencer al mal, en contra del “espíritu inmundo”.

Centrándonos en nuestra vida. Sabemos de la presencia del mal, venga de donde venga, en nuestra vida, el que intenta que no sigamos a Jesús como le hemos prometido. Acabamos de ver el poder de Jesús sobre el mal, sobre el espíritu inmundo. Ya sabemos a quién tenemos que acudir cuando ronde nuestro corazón.

F/ Dominicos.org

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