¿Hay derecho de celebrar el Día internacional de la mujer en el Perú?

Hoy 08 marzo del 2021 recordamos un día más de esta fecha, el Día internacional de la mujer. ¿Hay derecho a celebrarlo? Me inclino más bien a que podemos incrementar la esperanza y la lucha en que juntos mejoraremos la situación de la mujer, en tanto involucramos nuestras acciones individuales también.

El mejoramiento de las condiciones de las mujeres en Perú pasa por recodar los avances en diversos terrenos de la vida, por ejemplo la extensión del sufragio a las mujeres aprobado en 1955 en Perú. Condiciones, derechos, situaciones, que hoy nos parecen normales no lo fueron en tiempo atrás. Recordar históricamente es pasar por la historia, la macrohistoria (la de los grandes eventos) y la micro historia (la de los eventos cotidianos), es repasar la vida generosa de aquellos y aquellas que hicieron historia porque no se acomodaron a los grandes eventos que minusvaloraron a las mujeres.

Tenemos derecho a avivar la esperanza, de nombrar a todos aquellos/as que luchan para que el envés de la historia pase a ser también el haz de la historia. Nombrar a las valerosas mujeres (y varones, también, por cierto) que van creando climas -a menudo microclimas- de empoderamiento, de equidad, de resiliencia doméstica y pública, de luchas por condiciones más humanizadas en los distintos ámbitos de la vida humana. Nombrar en el corazón humano pero además nombrarlas en el corazón de la historia humana.

La educación a una mujer es por añadido la educación también a su familia, a la amplitud en el barrio. Ampliar criterios en la extensión de la educación no es algo alejado de nuestras posibilidades, como tampoco lo es la participación activa de las mujeres en la vida pública. Y buscar también, por ejemplo, las mejoras de las condiciones laborales (incluyendo el salario) que deberían darse, o marcando distancia de los favores y el acoso en el ambiente de trabajo o para acceder al mismo. Una mujer con independencia económica tendrá mayores posibilidades de hacerle frente a la toxicidad machista.

Insisto en que tenemos derecho a festejar la esperanza, que constitutivamente nos pertenece a los creyentes que somos también ciudadanos. Creyentes y ciudadanos, críticos ambos. Y que andamos en esta vida para también recobrar el sentido histórico de la misma, de insistir tercamente en que fomentamos libertad y libertades. Que añoramos y exigimos el bien común de nuestra sociedad, y como bien lo sabemos, las mujeres contribuyen a eso no sólo en el campo doméstico sino en el mismo terreno público.

Celebremos la esperanza y la lucha en la búsqueda de criterios, de razones, de motivaciones, de aspectos jurídicos, etc., para una mejor calidad de vida para las mujeres. Que los varones contribuyamos a eso, que las mujeres nos lo hagan saber, que juntos todos nos involucremos en la erradicación de la lacra del machismo, que inunda incluso las redes sociales.

Pero no podemos festejar el drama de las mujeres narrado en sus historias, e incluso lo que señalan indicadores sociales en diversas zonas del mundo. Estos reportes e informes internacionales muestran que el año de pandemia ha impuesto a la población femenina retos y sufrimientos que se agregan a los causados por el coronavirus reciente. En Perú, febrero 2021, cerca de medio millar de mujeres (niñas, adolescentes y adultas) fueron reportadas como desaparecidas.

¿Hay derecho a celebrar, entonces, el Día internacional de la mujer en Perú? Tal vez hemos de renovar la esperanza para que este Día sea cada vez más lejano, porque así ya habríamos aprendido la importancia de la igualdad insoslayable de todos, fijándonos en el bien común. Festejemos eso sí, y mantengamos el sueño y la batalla de la macrohistoria y de la microhistoria que incluya a quienes hoy recordamos como parte esencial y existencial de la humanidad: las mujeres, nuestras mujeres.

Fr. Marco Nureña, OP. – Radio San Martín

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