Miércoles 16 de abril del 2025. Semana Santa
Primera lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 1-10
Salmo 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9 R/. Que se alegren los que buscan al Señor
Lucas 24, 13-35: Quédate con nosotros
Estamos en la Octava de Pascua y la escritura nos anima al encuentro con el Resucitado. Dos discípulos, uno de nombre Cleofás y otro innombrado, caminaban hacia Emaús, comentando lo que había pasado en Jerusalén.
Al intentar localizar Emaús en el mapa, me he dado cuenta de que hay varias hipótesis y de lo cerca que estaba de Jerusalén en cualquiera de esos supuestos, también cerca de mí misma porque este camino lo transitamos todos. Me preguntaba si se situaba en la misma dirección del camino hacia Galilea y si estos discípulos caminarían hacia el lugar del encuentro con el Resucitado, dando verosimilitud a las palabras de aquella mujer que levantó las alertas. No estoy muy segura, porque aquellos hombres caminaban escépticos y melancólicos. Aun así, emprendieron el viaje informado de que el cuerpo de Jesús ya no estaba en el sepulcro.
Como Cleofás iba con otro discípulo, ahí me he colocado yo y me he contemplado a mí misma en ese camino post mortem del que desea, con todo su corazón, recuperar lo perdido.
Y creo que aquello que cuentan los evangelios son acontecimientos corrientes de la vida del hombre, de todos y cada uno de los hombres y mujeres que están atentos a ese que camina a nuestro lado, a nuestro paso. A ese que está sentado en nuestra mesa, al que vive en nuestro rellano o se encuentra al otro lado del mostrador. A la mujer mayor con la que coincidimos en el portal, al pariente, lejano o cercano, que reaparece por sorpresa o al inmigrante que nos pide algo para comer en la puerta del supermercado o de la iglesia.
Termino con estas preciosas palabras del Papa Benedicto XVI, descansando en la escena evangélica que hoy meditamos, como una más, sentada a la mesa y compartiendo el pan con el Resucitado.
“En nuestros caminos, Jesús resucitado se hace compañero de viaje para reavivar en nuestro corazón el calor de la fe y de la esperanzada y partir el pan de la vida eterna” (Benedicto XVI, Ángelus, 6-IV-2008)
¿Prestamos atención a los que están a nuestro lado? ¿Miramos sus rostros? ¿Nos dejamos desconcertar por sus palabras? ¿Damos credibilidad a sus mensajes?